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Adolfo Machado: “No me dopé”

  • Cristopher Madrigal
  • 8 dic 2017
  • 4 Min. de lectura

Adolfo Machado jugó en el deportivo Saprissa del 2014 al 2016. Fotografía: Cortesía de Maky Fotografía


El ex jugador saprissista habló sobre su pasado, cómo vivió su sanción, cómo lo trató el fútbol y que hacía para llevar el pan a su casa.


El futbolista y defensa panameño ha jugado en su país, Honduras, Guatemala, Costa Rica y este año en Estado Unidos. Machado jugó más de dos años para el Deportivo Saprissa.


Antes de llegar al país estuvo sancionado por la FIFA, durante dos años, por dopaje, lo cual manchó su carrera. La sanción lo alejaba por completo del equipo y no podía jugar, ni entrenar con ellos, tampoco con la selección. Un 24 de enero del 2012 fue cuando empezó una vida muy diferente a la que estaba acostumbrado él y sus otros dos compañeros, Fredy Thompson y Marvin Ceballos que también fueron suspendidos por la misma razón.


La carrera futbolística de Machado empezó en 1995 con el Génesis FC y desde pequeño se formó hasta llegar a la primera división, para después pasar al Alianza FC en el 2004, que fue donde dio su gran paso al fútbol profesional y estar durante cuatro años. Luego dio su salto al fútbol internacional, pasando por el Deportivo Marquense en Guatemala, volviendo a Panamá y buscando nuevos retos alistó maletas y se fue a Honduras con el Marathón. Finalmente después al Comunicaciones de Guatemala, que fue ahí donde después de un año salió positivo en un control anti-dopaje por Boldenona, sustancia prohibida porque logra aumentar la masa muscular en los deportistas.


El defensor panameño afirmó que él nunca tomó alguna sustancia o se inyectó, sostiene que nunca ha hecho nada para tomar ventaja tomando productos ilícitos. A lo que dice, esa sustancia llegó a su organismo por medio de una contaminación en la comida, en este caso carne o pollo. Ya que se usa este esterode anabólico en animales para que se vean más grandes.


¿Usted puede decir: “No me dopé”?


Sí, yo lo puedo decir y lo sostengo. Puedo pasar por un detector de mentiras, lo puedo decir y lo afirmo hoy por hoy, como lo afirmaba hace cuatro años. No me dopé.


Cuando escucha la palabra: Dopaje, ¿Qué siente?




¿Como vivió toda esa situación?


Fue algo difícil para mi, para mi familia, no lo podía creer. Pero en el transcurso de ese proceso Dios nos dio la fuerza para sostenernos. Era un momento difícil que me hizo más fuerte, para seguir entrenando, para seguir preparándome y seguir confiando en que iba a regresar mejor que antes.

Su esposa estaba recién empezando el embarazo cuando le informan lo sucedido, ¿Cómo lo vivió?

Fue un baldazo de agua fría, cuando me notificaron quedé sorprendido, porque le decía al gerente del club que yo no tomaba ningún sumplemento, tampoco me inyectaba. ¿Cómo es posible que esa sustancia haya llegado a mi organismo? Investigamos y vimos que en Guatemala para lo que son los productos de ganado.


¿Lloró mucho?




¿Pensó en el retiro?


No.


¿En qué trabajaba?


Llegué a Panamá la bebé ya había nacido. Tenía un muy amigo mío que me dio trabajo como mensajero. No me dio pena, no me dio vergüenza, yo salía todas las mañanas a trabajar hasta las tres o cuatro de la tarde, terminaba iba a una escuela a enseñar a los niños, a preparlos y eso es lo que me dedicaba de cuatro a siete de la noche. Y después iba a entrenar por aparte, porque eso nunca lo descuidé.


¿Fue difícil pasar de futbolista a mensajero?


No para nada, ya que antes de ser un futbolista profesional en Panamá, trabajaba y jugaba. Trabajé en un centro comercial, limpiando los restaurantes y también en las calles. Lo de ser mensajero nunca lo vi como nada malo, lo vi como un trabajo más. Seguía haciendo mi trabajo con felicidad. Porque sabía que era algo que me iba a dar el pan para llevar a mi casa.


¿Se sintió como un lisiado? ¿Sintió que el fútbol le dio la espalda?


Sí, yo lo conversé con mi esposa, antes de eso yo tenía amistades con las que salíamos, compartíamos. Pero cuando llegó la suspensión todas esas amistades me dieron la espalda y yo le decía a ella que eso fue como una enseñanza de parte de Dios. Porque cuando uno está bien están todas las amistades, están ahí para estar contigo, pero cuando estás mal… Ahí te das cuenta de quién verdaderamente son las amistades.


Usted llegó a Saprissa bajo muchas críticas, la afición no sabía mucho de usted, y solamente se hablaba del dopaje. Calló muchas bocas, se volvió ídolo en el equipo y llegó a ser capitán…


Cuando llegué a Saprissa, había hablado con el profe Ronald González. Antes de venir leía muchos medios, muchos comentarios, y no me dio por bajar los brazos. Tampoco me dio por decir: “No voy a coger esa opción”. Yo le dije a mi esposa, hay mucha crítica, hay muchas cosas y ella se sentía mal, yo voy a asumir el reto.


Usted es muy creyente en Dios, ¿Cuándo empezó esa creencia tan fuerte?


Hace ocho años, me gustaba la cerveza, llegaba en la mañana a mi hogar. Yo iba entrando con el olor a alcohol y mis familiares iban a la iglesia temprano, yo sentía que hacía algo mal, que no era parte de esa familia religiosa. Y estaba en mi casa, hediondo a alcohol y yendo para mi cama a acostarme. Ese fue el toque que me dio el señor y fue cuando lo busqué.


¿Cambiaría algo de su vida?


Como soy, me siento bien, me gusta estar alegre, sonreírle a la vida y no creo que tenga algo que cambiarle a la vida.




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